Dejábamos pasar el tiempo
Dejábamos que el tiempo planease sobre nuestras cabezas
como si de un aeroplano se tratase ;
nos refugiábamos en vasos interminables de ginebra,
en alucinaciones delirantes,
una hora, un día y mil años.
La condena ...
esa terrible mano que no descansa
una acidez que regurgitaba todo su hedor
en la flacidez de un órgano casi extinto.
Dejábamos que el tiempo
trazará surcos de carbón y fuego,
que nos erizará la piel
y trastocará el norte en la brújula de nuestra conciencia.
©Toni Aznar
Derechos Reservados
01 de Agosto de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario