Llegó el otoño, la Naturaleza experimenta cambios
significativos, y con esos cambios
se transforma la percepción de
nuestros sentidos.
Vuelve la mirada hacia el
interior, el recogimiento, las tardes grises tras los cristales, el sonido de
la lluvia al caer, el olor a tierra mojada, los paseos sin destino, la bravura
del mar, las ensoñaciones de esos momentos vividos o tan solo imaginados.
En esta época del año todos
tenemos necesidades espirituales que en el período estival habíamos olvidado,
las dejamos ocultas en el primer cajón de la mesita de noche, junto a tantas
otras cosas que siempre guardamos en ese lugar tan especial.
Es un buen lugar, junto a
nuestra cama, junto a la almohada, junto a nuestra soledad, junto a nuestra
desnudez, es el altar de los sueños y de las ilusiones.
Quién no sueña aunque
despierto, quién no desparrama anhelos, quién no inventa mil historias de final feliz.
Aletea el mirlo blanco en el
frondoso follaje de la higuera que hay junto a mi ventana, que maravilloso
espectáculo, el macho reclama la atención de la hembra, el viento sopla y acuna
los arrullos del animal encendido.
El aire es respirable, fresco,
la luz tenue, es todo como un cuadro al óleo de delicadas líneas sin
sobresaltos , en perfecta armonía.
Toni Aznar
Magnifico relato ,lleno de hermosas palabras que nos transportan hacia lo allí escrito y nos hacen soñar con lo maravilloso de la llegada de un tiempo nuevo que aunque cada año nos visita lo vivimos en forma distinta cada vez !! Felicitaciones Poeta !!!
ResponderEliminarDEFINITIVAMENTE BELLO GRACIAS POR COMPARTIRLO AMIGO
ResponderEliminarPero qué poco me gusta el otoño, pero bueno... con conformaré con que el verano está a la vuelta de la esquina jajaja.
ResponderEliminarUn beso.