Nocturnos
Cuatro de la madrugada;
una luna medo devorada
por la oscuridad y un cielo
abierto al sonido de los insectos.
La noche transita serena
y a una velocidad de cámara lenta;
fotograma a fotograma.
Los olores del jazmín
sacuden en mi nuca
advirtiéndome que aunque lo parezca
la noche no va a ser eterna.
Escucho el canto del gallo
que quiere abrirse paso entre las sombras
del pino majestuoso y las esencias del rosal.
Como me atrae la noche caduca,
tal vez sea ese halo de misterio
que nos eriza la piel,
o tal vez su proximidad a la muerte.
Empieza a clarear;
se disipa el misterio
y la realidad comienza
a tomar su ritmo,
ese que todos conocemos,
tan acelerado y rutinario,
tan predecible que pocas veces
nos deja sin aliento.
Como me atrae la noche caduca
y sus misterios.
Soy tan hijo de la Luna,
que me cobijo bajo las alas del búho.
¡ Ay búho ancestral, que en tu pico
sostienes la rama primigenia de todos los olivos…!
©Toni Aznar
Derechos Reservados
28 de Agosto de 2.016
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