El ocaso de la madrugada
Como casi todos los poetas,
me acostumbré a perder.
Pocas veces pude ganar
y esas pocas veces
no fueron nunca mérito propio.
Siendo así,
supe desde el principio
que ese amor,
sería como una taza de café
sostenida en unas manos temblorosas.
Taza rota y café derramado.
Y
me fue doliendo
sin haber empezado.
Y
me amargaron la dulzura
de sus besos.
Y
me distancié
en la cercanía de su cuerpo.
Siendo así,
supe desde el principio
que ese amor,
nació muerto esperando
el ocaso de la madrugada.
@Toni Aznar
Derechos Reservados
Octubre 2.013
Melancólicamente bello
ResponderEliminarGracias Fanny por pasear por esta que es tu casa
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